La parrilla La Carnicería, en Palermo, en muy poco tiempo de existencia, se abrió paso entre los grandes y hoy cotiza muy fuerte en la noche porteña. Imposible visitarla sin reserva, carne premium y ahumados

¿Se puede ser gourmet sin perder lo tradicional? Creemos que sí, y eso pasa en La Carnicería (Thames 2317), una parrilla chica pero pretenciosa, que encontró un lugarcito en el barrio, y hoy está de moda.

Sólo 25 cubiertos, la mayoría en pequeñas mesas, y un par de banquetas sobre la barra. La parrilla es impoluta, hecha en acero, tiene puertas corredizas y luce muy prolija. El lugar tiene una ambientación cálida, con detalles de buen gusto y una dinámica bien llevada por un plantel de mozos jóvenes que hablan varios idiomas y te hacen sentir como en casa.

Germán Sitz, uno de sus dueños, nos contó que la carne viene exclusivamente de La Pampa, de los campos que su familia tiene en esa provincia y que son seleccionados especialmente. Una característica de este lugar es que la parrilla siempre parece vacía: es que solo se tira carne al fuego, ante el pedido del cliente. Nunca se sella.

La carta es muy reducida, tiene lo justo y se bambolea entre el típico corte de carne argentino que el turista quiere probar, y detalles gourmet con sentidos ahumados, ideal para los experimentados que desean bucear un poco más.

Las entradas son grandes y concisas, muy recomendable la provoleta ahumada. El más pedido es el corte ahumado que viene con hongos y coliflor, pero el cordero y el corte parrilla vienen muy bien en la pelea. Platos grandes y poderosos, en sabor y color que viene acompañado con verduras presentadas en modo gourmet.

Al final del salón, hay una repisa con varias decenas de salsas picantes de todo el mundo, que dueños y clientes han ayudado a crear. Cuidado los que sufren problemas cardíacos, hay una salsa mexicana que invoca respeto.

Tips La Mejor Parrilla

  • *En vez de pingüinos hay “toritos”
  • *Un trago para la espera: “Tome Melón”
  • *Hay cerveza tirada