Asado entrerriano bajo los talas

En José León Suárez, un paisano llegó a Buenos Aires para tirar a las brasas lo mejor de la tradición criolla en asados. Una parrilla digna del Martín Fierro: Los Talas del Entrerriano.

Don Oscar Bopp llegó de Nogoyá, Entre Ríos y bajo un tala de la Avenida Rosas, montó una humilde parrilla para vender choripán. El gaucho entrerriano tiene un carisma especial para tratar a la gente, y esa nobleza de espíritu junto a su mano de gran asador, le permitió crecer en el negocio hasta que adquirió todo el predio en el que hoy se encuentra, siempre bajo la sombra de los talas, árboles autóctonos americanos típicos de la llanura pampeana.

Las buenas tradiciones se contagian en este lugar: su hijo más grande y su nieta, llevan adelante este negocio con la misma pasión y humildad que Don Oscar, y en el trato con los empleados se puede ver a simple vista la buena madera de esta familia. Todo funciona aceitadamente en un ambiente muy amigable.

En el lugar hace mucho calor, y es que hay tres asadores que permanentemente están con el fuego prendido, uno junto a la barra, otro en la entrada, y uno gigante afuera. Pero bajo la sombra de los talas se come tan bien, que nadie se detiene a pensar en la temperatura.

Se atienden 450 cubiertos cuando están todos los mozos y sólo cierra en Navidad, Año Nuevo y Viernes Santo. En las mesas se cobra cubierto y la modalidad es la siguiente: uno da su nombre en la entrada, y cuando se desocupa alguna, te llaman por micrófono. La barra tiene un servicio más ágil y no cobra extra. Eso sí: no se permite la sobremesa.

La morcilla y el chorizo son caseros pero la especialidad es el lechón. El sándwich de vacío o bondiola, el conejo y el matambre bien macerado hecho a fuego lento por 5 horas, son los recomendados que más vuelo tienen entre la clientela.

También hay chorizos libres de TACC, ensaladas varias, huevos fritos de campo y postres tradicionales entre los que se destacan las frutillas con crema. ¿Y el vino? Para todos los gustos, desde una copa de vino de la casa hasta una bodega de alta gama. En el patio hay juegos para chicos, y un estacionamiento en la cuadra lindante, vigilado.

Y por si faltaba poco, el entrerriano, que anda de acá para allá, colaborando con el parrillero, atendiendo algún cliente, saludando a algún amigo o contando alguna historia de sus pagos, con un humor contagioso y un latiguillo tan encantador: “diga».

Tips La Mejor Parrilla

  • *No tiene sucursales
  • *No tiene delivery pero se puede comprar para llevar
  • *Solo aceptan efectivo